La mañana en el hospital se sentía suave, envuelta en el aroma de los lirios frescos sobre la mesa de noche de Angie. La luz del sol se filtraba a través de las finas cortinas, iluminando el rostro de la mujer, que ahora parecía más tranquilo. Jemmy aún estaba sentada en la silla a su lado, con una expresión que ya no era tan rígida como antes. Había una calidez que crecía lentamente entre ellas, algo que antes parecía imposible.
"¿Dafe dijo que te darán de alta mañana?", preguntó Jemmy lentamente, rompiendo el silencio pacífico.
Angie asintió con una sonrisa. "Sí, mamá. El médico dice que mi condición es lo suficientemente estable. Solo necesito descansar mucho y cuidar mi dieta."
Jemmy la miró por un momento, luego dijo en un tono suave: "Entonces, dejaré que yo prepare la casa. Quiero asegurarme de que todo sea seguro para ti y... mi nieto."
Al escuchar la palabra "nieto" de los labios de Jemmy, Angie casi no lo podía creer. Sintió una vibración de felicidad en su corazón. "Gracias