—Eh, flor, ¿de dónde viene tanta hostilidad? —preguntó Pasha juguetonamente sin apartarse de la carretera.
—¡No me llames así! —le espeté—. ¡Soy Lisa!—Como tú digas, nena —respondió con una sonrisa.—Y yo no soy ninguna... Bueno, olvídalo —tardé en darme cuenta de que solo estaba bromeando conmigo.Llegamos a la cafetería más cercana y pedimos café. Pasha se sentó en el sofá como un rey. Apoyó las manos en el respaldo y abrió las piernas, doblándolas por las rodillas. Sé quién más le gusta sentarse así...—Bueno, cuéntame, ¿para qué me necesitas?—¿No puedo invitar a una chica guapa a tomar un café?—¿Tu papá no te ha dicho que no estoy libre? ¡Tengo un novio y es mu