Mila
Se encoge de hombros.
— He estado aquí mucho tiempo. He aprendido a sobrevivir.
Se inclina ligeramente, sus labios a pocos centímetros de los míos.
— Ten cuidado mañana.
Luego retrocede y desaparece en la noche.
Me quedo inmóvil un instante, analizando lo que acaba de hacer.
¿Una aliada?
¿O una manipuladora más en este nido de víboras?
La Entrega
2 a.m.
El hangar 47 está sumido en la oscuridad.
Me acerco, los sentidos alerta.
Marco Conti está allí, acompañado de varios hombres. Una docena de cajas están alineadas en el suelo.
— Verifica la mercancía.
Abro una caja.
Armas.
Lo esperaba.
Pero un detalle atrae mi atención: algunas están marcadas con un sello oficial.
Mercancía robada a la policía o al ejército.
Cierro lentamente la caja.
— Todo está en orden.
Conti me mira, buscando una falla en mi comportamiento.
Luego se vuelve hacia uno de sus hombres.
— Carguen todo.
Los minutos pasan, y pronto los camiones están llenos.
— Te luciste, Maxime.
Una sonrisa carnosa se dibuja en sus