Me dirigí a la puerta y me despidió rápidamente con un beso en la mejilla, estaba oscureciendo el sol era ya sólo destellos morados y naranjas en el cielo y comencé a caminar por donde había llegado, mi corazón se aceleró al ver aquella oscuridad eran aproximadamente doscientos metros entre la casa y la cabaña y el camino no era en línea recta así que había un gran tramo en el que no veías ni la casa de Lola ni la cabaña. Nunca me he caracterizado por ser asustadiza, pero esto era la selva con animales nocturnos y ruidos que yo jamás había escuchado, volteé la cabeza para preguntarle a Lola si podía llamar al guardia para que me llevara, pero ella había desaparecido…
Comencé a caminar para atravesar el jardín y tomar el sendero hacia mi cabaña, tenía un poco de miedo, bueno quizás más que un poco, pero tenía que acostumbrarme ya que tendría que vivir aquí por lo menos durante seis meses, cerré los ojos y respire profundamente para armarme de valor; a medida que avanzaba pequeñas lámpa