Era una noche calurosa a finales de Junio, el despertador apuntaba la una de la madrugada y Greg era incapaz de conciliar el sueño. Se sentía inquieto así que decidió darse otra ducha que calmara su desazón. Se metió bajo la alcachofa y el agua fría comenzó de nuevo a recorrer su cuerpo relajando su musculatura tensa. Le parecía una noche un tanto extraña, su cabeza parecía aturdida y sus sienes repicaban sin parar. Se apoyó en la pared de piedra de la ducha y dejó que el agua se deslizara por todo su cuerpo para intentar que este y su mente se relajaran. Habían sido días de intenso trabajo en su empresa, y además en su mente se sucedían los continuos recuerdos vividos con Nancy, atacando su estado anímico.
Todo en sí le tenía envuelto en una vorágine de extrañas sensaciones. Una vez salió de la ducha, caminó desnudo hasta su habitación, una enorme habitación con muebles elegidos por Megan cuando decidieron compartir sus vidas. La brisa caliente mecía las finas cortinas de hilo blanco