Bloquearla no era una opción, y hablar con ella tampoco parecía tener efecto, lo que la dejaba preocupada.
Juliana sostuvo la mano de Antonia y la acarició suavemente.
—Ella puede decir lo que quiera, nosotros haremos lo que creemos correcto. No quiero casarme, ¿acaso podrían obligarme? Deja que dig