En el restaurante Rossi.
—Ysabelle, eso no te lo puedo creer —comentó Alessia.
Stefania, tocándola.
—No tiene fiebre.
Ysabelle estaba seria.
—Por favor, Stefania, no seas así, no me meteré en la vida de nadie solo por tres horas —anunció riéndose.
Lucía suspirando.
—Ysabelle nunca cambiará, pobre de ti, Christopher.
Christopher estaba sonriendo.
—Ya sé lo que tengo.
Ysabelle alegre.
—Por eso lo amo.
Roberta volviéndose a sentar.
—Mucho mejor.
Niccolo solo sonrió.
—Chicas, yo tengo que irme —anunció Alessia mirando al reloj—. Hoy me toca turno de noche.
—Hoy me toca buscar a los niños —comentó Raffaello mirando a su esposa.
—Sí, los niños están en casa de Inés —le informó su esposa.
—Sí, luego del kínder los dejé con mis padres; ya sabes, a Aiden le encantó la casa —comentó Stefania.
Raffaello estaba riéndose.
—Ya sé cómo es mi pequeño.
—Todo un amor —comentó Ysabelle.
—Es un niño muy divino —dijo Lucia con fascinación.
—Todo un encanto —sonrió Roberta.
—Amor, ya escogí la fecha para n