En el hospital.
En la sala de espera.
—Uma está muy bien, solo fue que se golpeó la cabeza, eso le hizo una pequeña contusión —informó Alessia.
—¿Estará bien? —preguntó Stefano angustiado.
—Claro que sí.
—Gracias a Dios. ¿Y para cuándo se irá a casa? —le preguntó él.
—Mañana, si esta noche la pasa bien. ¿Quién se quedará con ella? —le preguntó Alessia.
—Me quedo con ella —comunicó Stefano.
—Está bien, los dejo —dijo Alessia.
—Alessia, me voy contigo —dijo Lucia.
—Sí vamos —dijo su amiga.
—Arnaldo, me avisas —le pidió Lucia.
—Ve tranquila.
Lucía se fue con Alessia.
—Ve a descansar, me quedaré con Uma —comunicó Stefano a Arnaldo.
—Gracias, cuñado, me llamas si se presenta un problema.
—Claro que sí, ve.
Arnaldo se dirigió a su casa. Al llegar, unas sirvientas le informaron que su padre había llamado, que se quedarían unas cuantas semanas en casa de su abuelo; aún seguía delicada de salud su abuela. No quería llamarlos para informarle del accidente de Uma; prefería encargarse de ella.
Ha