Me fue difícil recuperar mi vida normal. ya sin peligros a la vista, Hill me repuso otra vez como redactora principal y con Cummings volvimos a salir a las calles en busca de noticias, cubriendo homicidios, incendios, accidentes y continué escarbando en torno a la corrupción que asolaba al país, sin embargo me sentía perseguida y desconfiaba hasta de mi sombra.
-Son tus instintos de mujer lobo, las licántropos pues, siempre están alertas-, reía Cummings viéndome atenta y en guardia, en forma permanente a la defensiva sobre todo cuando estábamos en medio de reyertas, balaceras o transitábamos por callejones solitarios en los suburbios.
Harrison me dijo que la cofradía ya no existía ni tampoco los satánicos. -La pesadilla terminó, Jenny-, me llamó esa tarde que el caso fue cerrado.
-¿Y qué dice Trevor?-, me reí.
-Mantendrá el secreto lo de Stone Valley pero le recomendó a Garret que deben ser cuidadosos con lo que hacen que la justicia es para todos, cánidos y humanos-, reí