Harrison informó del ataque a Trevor. -Son sicarios contratados por Gergely-, le subrayó.
El capitán destinó de inmediato patrullas a cercar las salidas de Stone Valley y solicitó el apoyo de helicópteros. Gracias a los satélites y los drones de la policía, las naves detectaron las camionetas escapando a toda velocidad y lograron abatirlas con fuego graneado matando a varios de los asesinos a sueldo.
-¿Crees que Gergely esté muerto?-, estaba yo muy preocupada de la suerte de ese sujeto.
-No, él logró escapar-, me anunció desalentada Harrison.
Esa misma tarde Trevor llamó a Harrison para verla en su oficina. Le pidió que cerrase bien la puerta. -¿Por qué tanto secreto, Tom?-, se incomodó la teniente. Ellos ya eran pareja, aunque su amor aún era a escondidas. No querían que los mandos ni sus subalternos se enteraran de que se amaban y que se iban a casar en breve. Era lo mejor, porque la ciudad seguía convulsionada por tantos crímenes y balaceras.
-¿Cuándo me lo i