Jennifer Lucescu ya no asistía a las conferencias de prensa, no se movilizaba por la ciudad en busca de la noticia y estaba siempre en el diario o en su casa, resguardada por la policía, en tanto no fuera capturado el jefe de la cofradía. Eso también era un hándicap en contra para los planes perversos de Gergely.
En efecto, Hill, el jefe de Lucescu, decidió que ella se dedique a realizar trabajos de edición. El secuestro de Cummings no había sido casualidad. Jenny había enfrentado a la secta satánica y era obvio que esos tipos intentarían vengarse de ella. Hill no iba a arriesgarla, por eso Lucescu ya no salía del diario, encargándose de hacer labores de edición y de mesa.
Lucescu se había convertido en un símbolo para el diario y Hill prefería tenerla a salvo en la redacción.
Gergely puso sus ojos entonces en Waldo. Él era el enamorado de Jennifer Lucescu y era un licántropo. Lo primero que pensó era matarlo y hacer sufrir a Lucescu, sin embargo lo que él quería era matar a