Mi amante quedó también muy agotado. Se derrumbó sobre mí , aplastándome sobre la cama, respirando con dificultad, encharcado en sudor, tratando de desacelerar su corazón.
-No debes dejarte llevar por tu propia vehemencia-, me dijo entonces Waldo, abanicando sus ojos. Él también había disfrutado de la velada tan sensual y romántica. Gozó a sus anchas de lo maravilloso que resultó tenerme a su merced, deleitándose de mis máximos encantos.
-Me siento culpable de todo que está pasando-, le reconocí. Yo seguía humeando después de haberme convertido en una gran bola de fuego en los brazos de Waldo.
-Tú no ni sabías que eres descendente de lobos-, intentó darme ánimo Waldo. -No tienes culpa de nada, los satánicos o los cazadores de licántropos son personas sádicas, ansían únicamente matar por cualquier pretexto-, me subrayó.
-Por mi culpa Garret está malherido y murió Perkins-, no entendía yo razones.
-Tú no pediste esto ni tampoco lo provocaste, eres parte, simplemente d