Cerca de las diez de la noche volví al diario. Waldo ya se había retirado y Hill estaba muy furioso conmigo. La edición impresa de "El Fisgón" estaba cerrada y la información de los rinocerontes que habían llegado al zoo, lo había sacado Hill del portal "Todo se sabe". Apenas quedaban en la redacción el editor de cierre, el redactor de turno y un diagramador por si hubiera alguna información de última hora.
-Hiciste abandono de tu puesto de trabajo, Lucescu-, me acusó Hill, alzando su nariz, mirándome desafiante. Era una falta grave, ciertamente. Él estaba en su oficina, meciéndose en su silla súper enojado, con su rostro pintado de mil colores.
-Garret es mi amigo, fue mi enamorado, lo estimo y quiero mucho, tenía que verlo, pensé que podría morir-, le dije trastabillando con mi llanto, porque yo tenía las lágrimas amontonadas en mis ojos. En realidad yo no tenia excusas. Hill tenía razón en todo sentido.
-Tu responsabilidad es ser una buena profesional, Lucescu