Capítulo 114

Con Perkins íbamos a todo sitio, arriesgábamos nuestras vidas, desafiábamos peligros, balaceras, peleas, ataques malévolos y él siempre estaba allí, a mi lado, entusiasta, porfiado y sobre todo, cuidándome frente a todos los riegos posibles. Él era mi cancerbero eterno. Por eso yo no le temía nada, ni a los más avezados delincuentes, al más despiadado tirano o al más desquiciado loco hambriento de sangre.

Hill quiso renunciar al diario, además. Él se sentía culpable del asesinato de Perkins. Decía que se equivocó al exigir a los reporteros que sean más y más arriesgados en busca de la noticia, sin medir el peligro y eso, al final, le había costado la vida a Perkins. Sin embargo, el director, Adam Roosevelt, no le aceptó su dimisión. -Fue un ataque cobarde a nuestros periodistas, los embistieron y les dispararon, tú no tienes la culpa-, le aclaró.

Yo pensaba que el ataque había sido porque "El Fisgón" estaba en guerra abierta contra el clan satánico, luego de nuestros informe
Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP