—No han ganado nada, Visir —murmuró Hesy—. No has ganado nada.
Guardó los rollos de Huni con sumo cuidado en su bolsa, junto a la figurita de Amón que contenía el mensaje de Neferet. Ahora tenía ambas piezas del rompecabezas. La prueba de la corrupción y la ruta para acorralar al culpable.
Hesy se arrodilló una vez más ante la estatua de su mentor, su rostro serio. —Gracias, maestro. Tu sabiduría ha vuelto a salvarnos. Y tu fe en la justicia, no será en vano.
Salió de la tumba, esta vez con una sensación de triunfo. Volvió a sellarla con el mismo cuidado, asegurándose de que la losa pareciera inamovible. Los espías podrían volver, pero ya no encontrarían nada de valor.
El sol de la mañana ya bañaba Giza con su luz dorada, y la necrópolis, antes un lugar de sombras y derrota, se sentía ahora como un campo de batalla donde había ganado una victoria crucial. La travesía de Hesy desde la desesperación hasta la determinación había sido un torbellino de emociones, pero ahora, tenía un propó