No era un mapa de los "planos de contingencia" de Huni, no mostraba todo el alcance de la red del Visir, pero era un plan de acceso. Una ruta que Neferet, con su astucia y su conocimiento de los rincones de su confinamiento, había logrado trazar. La desesperación se disipó como la niebla ante el sol naciente, reemplazada por una oleada de adrenalina pura.
—Neferet… —susurró Hesy, la palabra cargada de asombro y gratitud.
Este no era un mapa de los secretos del Visir, sino de sus movimientos. La forma en que se desplazaba sin ser visto, la ruta de escape que usaría si fuera acorralado. Con este rollito, Hesy podía encontrar la manera de entrar a los tuneles. No eran los papiros de Huni, pero era una herramienta vital. Era una manera de llegar al Visir, de acorralarlo, de arrancar la verdad de su garganta.
Hesy dobló el papiro con sumo cuidado, volviéndolo a esconder en la figurita de Amón, y luego la guardó en un bolsillo oculto de su túnica. El juego había cambiado. La pérdida de los