Mauricio irrumpió en la sala de espera del hospital con el rostro desencajado, el aliento entrecortado por la carrera y la angustia. Sus ojos, llenos de un miedo renovado, buscaron a Clara.
—¿Dónde está Valeria? ¿Qué pasó? —preguntó, acercándose a Clara, quien estaba pálida y temblorosa en los brazos de Armando.
—Está en una habitación, en reposo… sedada —respondió Clara, su voz quebrada por el llanto contenido.
—¿Sedada? ¿Por qué? ¿Qué le paso? —La mente de Mauricio, ya enloquecida por la traición de su padre y la situación de Gabriel, no podía soportar otra tragedia.
—Estábamos en la audiencia… —comenzó Clara, secándose las lágrimas con un pañuelo—. Lo encerraron, Mauricio. A Elías, como si fuera un delincuente. Lo mandaron a prisión preventiva, sin derecho a fianza. —Su voz se quebró al recordar la escena—. Cuando se lo llevaban, Valeria… se desplomó en mis brazos. No pudo soportarlo. Y… y estaba sangrando, Mauricio. Sangraba…
Mauricio miró instintivamente hacia la habit