Felipe encontró a Clara y a Martes en un puesto de barbacoa del mercado nocturno. Ella y el perro habían pedido una mesa llena de barbacoa y muchas botellas de cerveza.
Clara estaba sentada al lado de la mesa comiendo y bebiendo, mientras Martes mordisqueaba un gran muslo de pollo a sus pies.
Las mesas cercanas estaban todas ocupadas por grupos de personas, fumando, bebiendo y haciendo ruido.
En una de las mesas, unos hombres sin camisa comían brochetas y contaban chistes vulgares entre risas y comentarios groseros.
También había mujeres vestidas de forma provocativa con maquillaje pesado, luciendo casi como criaturas de fantasía debido a los cosméticos de mala calidad.
Algunos jóvenes con tatuajes coloridos en sus brazos gritaban y se jactaban, elevando sus propias habilidades por encima de las nubes.
—¡Mi jefe es un gran hijueputa, voy a llegar tarde mañana, a ver si se atreve a descontarme del salario, si es así lo mando a la mierda!
—Exacto, en el futuro seremos patrones que m