Dos semanas después
Han sido un par de semanas totalmente asombrosas y emocionantes. Lud y yo no volvimos a hablar sobre lo que ocurrió aquella noche, pero desde entonces las cosas han funcionado con normalidad. Bueno, al menos es lo que a mí me parece.
―¿Qué pasa contigo, Rachel? Desde que volvimos te he visto muy distraída.
La pregunta de mi madre casi me hace atragantar con el bocado que tengo en la boca. Trago y bebo un sorbo de mi exquisito café humeante, antes de responderle.
―No sé a qué te refieres, mamá ―evado su mirada y me concentro en la taza que sostengo entre mis manos―. Soy la misma de siempre.
Puedo sentir su mirada perforándome el rostro, pero trato de actuar como si nada, a pesar de mi nerviosismo.
―Me refiero a lo que he estado viendo últimamente ―insiste con el tema, poniéndome más nerviosa que nunca―. Has cambiado tu manera de vestir, ahora usas rubor y lápiz labial, cosas por las que nunca antes te interesabas ―mi corazón comienza a latir con desenfreno. ¿Ta