Lucas sonreía, pero también lo noté algo preocupado.
—¿Por eso es el afán de hablar con él?
—En parte, la razón verdadera es averiguar porque dejó de llamarme. —Su mirada fue un poema.
Llegamos a su apartamento, no tenía nada más que un mueble, un comedor, su cocina estaba equipada por lo que pude ver, me llevó a la habitación de huéspedes.
—Betty perdóname el desorden, eso sí, las sábanas son limpias. El baño es ese y es para ti sola, yo tengo un baño en mi cuarto.
—Gracias. Ve a dormir, tienes ojeras.
—La verdad me siento agotado.
Me encerré en la habitación, le envié un mensaje a mamá Samanta, me contestó «ahora ya podía dormir tranquila». Sonreí, al menos a la familia que me abrió su corazón y puertas le era importante. «Dios, espero mañana todo quede aclarado». El cansancio me venció, menos mal había puesto la alarma del celular. Me levanté, llamé a mi princesa.
—Hola, mami, ¿ya viste a papi? —Si las cosas no salen bien, mi hija va a sufrir mucho.
—No y voy a ir a verlo, ¿ya te a