John
John Walker siempre supo lo que el mundo esperaba de él. Desde joven, aprendió a controlar sus emociones, ocultar sus debilidades y ser un hombre fuerte e insensible.
“El Hombre de Hielo”, como se le conocía en el mundo empresarial, en la jungla de los emprendedores era el depredador. Y así se mantuvo a la vanguardia en los negocios, en la sociedad y en las apariencias.
El Imperio Walker, bajo su mando, creció y engulló a la competencia. Nadie se atrevía a enfrentarse al despiadado señor Walker. Quienes contaban con su apoyo prosperaban, y quienes osaban enfrentarlo acababan arruinados.
Y así se ganó otro apodo: vengativo.
Pero con el paso del tiempo, aquel hombre inquebrantable parecía querer derrumbarse. Por fuera, era una fortaleza orgullosa, firme, rígida, exigente y arrogante. Nada escapaba a su control.
Solo una cosa lo conmovió: Elizabeth.
Las noches que regresaba tarde a casa, ya no encontraba a Elizabeth esperándolo.
Se dio cuenta de que lo estaba evitando. Sabía que la