—Dana—
Escuchar de Mary que yo sería el chivo expiatorio de todo el plan que estaban fraguando me ponía los pelos de punta. ¿Cómo se les ocurría pensar que ese tres patas se había fijado en mí? El tipo está loco, me odia, si me mira con cara de furia cada vez que estamos cerca. Eso lo había comprobado anoche, cuando me encontraba con Leo, el asistente del señor Di Rossi, en la gala del MET.
Flashback
—Señorita Dana, ¿me permite? Tengo que ir a ver algunos detalles y ya regreso.
—Por supuesto Leo y dime Dana, solamente.
—Está bien, Dana. Ya regreso.
Tomo una copa de champagne y me quedo en una esquina, mientras veo a todo mundo. Me siento como un pez fuera del agua, pero tenía que estar aquí, Alma me lo pidió y es imposible decirle que no...
—Mira quién se viene a aparecer, la asistentucha. — lo que me faltaba, el odioso tres patas, pff.
—Oh, si es el tres patas —digo entre dientes…
— Te escuché.
— No esperaba menos. — hago una mueca indescifrable y bebo un poco de mi copa.
— Y ¿Qué ha