—¿Cómo es posible que hayan programado mi degustación al mismo momento que otra gente? Esto es una falta de respeto ¿No sabe quién soy? — y el tonito al decir otra gente no me gustó para nada.
—¿Qué son esos gritos? — exclama Val, tomando por sorpresa a la visitante indeseable.
—¡Cuñada! — alzo mi ceja y veo a Val, está contando hasta mil antes de cambiar su cara para no parecer tan descortés de lo que pretende ser y nuevamente aguanto la risa.
— Natalie, que placer verte… —responde de mala gana y frunce ese ceño que pronto necesitará botox —. Pues, aquí me ves.
—No sabía que vendrías tú por tu hermano, creí que había alcanzado a cancelar la cita, pero me avisaron de último momento que no podían cancelar y tuve que venir. Oh, perdón ¿y usted es? — me mira de pies a cabeza como si fuera un pedazo de carne lista para filetear y yo le devuelvo la vista con cara de asco. ¿Ésta es la que se va a casar con el incordio? ¡Ja! No le llega ni a los talones a mi fatina.
— ¿Qué yo qué? Creo que te equivocas Natalie.
—Oh, señorita Remington. Qué bueno que pudo venir. Por suerte, porque me llamaron de las oficinas de Scott y asociados para cancelar la cita, pero les expliqué que eso sería imposible, sino deberían esperar unos cuantos meses.
—Debió cancelarla…— masculla entre dientes Val y aunque me moleste su actitud la entiendo, la mujer frente a nosotros exuda esa actitud de niñita rica molesta que no me gusta.
—Sorellina, non arrabbiarti, quello che c’è di elegante in lui veniva fuori quando parlava. (Hermanita, no te sulfures, lo que tiene de clase lo escupió cuando habló)
— Sei così intelligente, fratellino. (Eres tan ocurrente hermanito)
—Lo sai già, sorellina, ecco chi sono. (Ya lo sabes, hermanita, así soy yo) — me encojo de hombros y bebo otro sorbo de mi vino. — La mujer nos mira de un lado a otro como en un partido de tenis y su cara es todo un poema, veo que no entiende ni m****a de lo que estamos hablando y me encanta.
—Bien, agradezco su amabilidad señor Oliver, pero necesito que veamos el menú. — habla la mujercita esta, en tono demandante, al banquetero.
—Si gusta, señorita Remington, puede esperarme en la salita, con los señores Di Rossi y Scott estamos por terminar.
— ¿Di Rossi?¿Enzo Di Rossi? — dice con cierta emoción la mujer.
— Ajá, cuñada. Enzo Di Rossi. — masculla entre dientes Val.
— ¡Dios! Es un placer conocerte, Enzo. Qué maravilla Val, te tenías guardadito conocer a tan grande celebridad. — dice en tono suspicaz, que obviamente captamos ambos con Val.
— ¿Perdón? — dios, debo salir escapando con mi mini fatina, esa palabrita de Val ya denota lo molesta que está. — poco te conozco para que te familiarice mis amistades… querida.
— Pe…pero, soy la novia de tu hermano.
— ¿Y a mí qué? Que seas la de turno no quiere decir que seas de la familia — Wow, amo cuando esta mujer se pone en tono molesto, pero pobrecita novia está que se pone a llorar con todo lo que le dice.
— ¡Val! No te permito…— mejor las detengo ¿o no?
— Señorita Remington, ya el señor Oliver le dijo que esperara, ahora nos está atendiendo a nosotros y si tuviera un poco de educación esperaría su turno como cualquier mortal.
— Prendere. Ben detto fratellino! (Toma. Bien dicho hermanito)
— Non c’è di che, sorellina. (de nada, hermanita.)
— Ash, mejor me retiro. Lo espero señor Oliver y desde ya le digo que quiero que sepa que mi banquete de compromiso es mucho más importante que lo que estén haciendo estas personas.
— Oh, mi querida, eso será difícil, la gala del MET no tiene comparación alguna. — le responde el banquetero y la mujer abre sus ojos como platos.
— Addio signorina Remigton. (Adiós señorita Remington)
— Qué descortés.
— Respondo como me tratan.
— Sí, sí, ya vete Natalie.
La mujer, se da la media vuelta y sale echando chispas del salón, mientras nosotros solo reímos y continuamos nuestra degustación.
—Les ofrezco mil disculpas por la intromisión de la señorita.
—No te preocupes Thomas, discúlpanos a nosotros por este arranque de malos modales.
Terminamos de verificar los últimos detalles de la cena y procedemos a retirarnos, la mini fatina duerme en mis brazos y Val se soba el estómago satisfecha de todo lo que ha probado. Nos subimos al auto y le pido a Giacomo que nos lleve a la casa de mi hermana.
En el camino voy divagando lo que ha sucedido y muchas interrogantes aparecen en mi cabeza.
—¿Sabes Val?
—Mmm
—Decías que la llegada de Alma te traía mala espina.
—Ajá.
—Pues, más mala espina me dio la noviecita de tu hermano.
—¿Por qué?
—¿Sabes cuánto es el tiempo de espera para conseguir cita con Oliver?
—Ni idea.
—Meses.
—¿Y?
—¿Cómo consiguió una en tiempo récord? Tú me dijiste que Thomas había decidido formalizar sólo hace unas semanas.
—No sé, a lo mejor los contactos de su familia. Los Remington tienen mucho poder.
—Pero en Chicago Sorella, aquí son los Scott los que tienen ese poder y no creo que Blue haya movido un dedo para hacerlo.
—Buen punto, pero por desgracia ese ya no es nuestro problema, Thomas ya decidió y se casará con ella. A mí lo único que me preocupa es Alma.
—Y ya te dije que yo estaré ahí para ella.
—Espero que no te desilusiones si ella no te acepta.
—Es un riesgo que debo tomar. Por lo pronto le ofreceré la amistad que siempre ha tenido de mi parte, tú sabes que a ella le debo la vida y más. Jamás podré terminar de pagar todo lo que han hecho por mí.
—Valente, tú sabes que todos te amamos desde el mismo día que apareciste en esa pequeña cafetería y que jamás hicimos algo por compromiso.
—Lo sé y de verdad que lo agradezco.
—Entonces, déjate de hablar pavadas y ahora déjame dormir una siestecita que la comida me dio sueño.
—Aprovecha de descansar Sorella.
Val, se acomoda en mi hombro y cierra sus ojos, sé que se ha quedado dormida, pues su respiración es tranquila, así que vuelvo a mis pensamientos.
¿Será que Alma vuelve por él?