—¿Cómo es posible que hayan programado mi degustación al mismo momento que otra gente? Esto es una falta de respeto ¿No sabe quién soy? — y el tonito al decir otra gente no me gustó para nada.
—¿Qué son esos gritos? — exclama Val, tomando por sorpresa a la visitante indeseable.
—¡Cuñada! — alzo mi ceja y veo a Val, está contando hasta mil antes de cambiar su cara para no parecer tan descortés de lo que pretende ser y nuevamente aguanto la risa.
— Natalie, que placer verte… —responde de mala gana y frunce ese ceño que pronto necesitará botox —. Pues, aquí me ves.
—No sabía que vendrías tú por tu hermano, creí que había alcanzado a cancelar la cita, pero me avisaron de último momento que no podían cancelar y tuve que venir. Oh, perdón ¿y usted es? — me mira de pies a cabeza como si fuera un pedazo de carne lista para filetear y yo le devuelvo la vista con cara de asco. ¿Ésta es la que se va a casar con el incordio? ¡Ja! No le llega ni a los talones a mi fatina.
— ¿Qué yo qué? Creo que t