Elizabeth
Revisaba mi celular, mientras divagaba en fotos con amigos, otras con mi familia y varias publicaciones en redes sociales que no eran nada útiles para mi vida diaria. Me ajusté en el sillón en tanto esperaba por mis padres que organizarán la mesa para poder cenar. —Elizabeth, ya están colocados los platos!—gritan desde la primera planta. Me apresuro a llegar al encuentro. Todos los utensilios necesarios están en su lugar correcto, el ambiente pregnado por el delicioso olor a queso fundado me estremece. —Beth...—murmura mi padre—En esta cena de hoy que tu madre y yo esperamos que no sea la última de muchas también puedas disfrutar. Sé que cuento contigo, es por eso que necesito tu ayuda, hija. Otra persona no puedo enviar en tu lugar. —No es necesario que me preguntes, papá. Si crees que tengo la capacidad para resolverlo, lo haré. Con solo fijarme en sus ojos cansados, sin ninguna otra posibilidad para optar ya estaba segura para asentir a lo que pediría porque en efecto, no tenía nada que chistar. Si se tratase de ayudar no lo pensaría, al fin y al cabo es lo que me gusta. —Hablaré yo—mi madre toma la iniciativa—. Requerimos que viajes a Paris con prontitud, para ser más asertiva, mañana sería el día. Las videoconferencias se tornan más complicadas—murmura bajando los hombros—, no se reducen los costos, no hay eficiencia y todo va elevándose No es nada fácil para tu padre y para mí ir hasta allá, el trabajo aquí nos necesita... Expresa con el ánimo por abajo. Ambos enfocan sus ojos en mí, esperando en la respuesta que no dudo en aceptar. —Intentaré y haré todo lo que sea que esté a mi alcance. No prometo que vaya bien, aunque ya saben cómo soy y cabe la posibilidad de que vuelvan a su porcentaje normal.—menciono desviando la problemática. Mi padre es el que me reconforta con sus manos, al contrario de mi madre que se abstiene en hacerlo, pero se que está feliz y eso me basta. Platicamos unos cuantos puntos más que me servirán de mucha ayuda y guía, en tanto la pasta se comienza a degustar. Es mi preferida. Al terminar me dispongo a levantar los platos con sumo cuidado, intentando mantener el equilibrio. —Deja eso y ve a descansar. Mañana en la tarde tienes que marcharte, es mejor que ahorres horas para dormir. Las necesitarás. —Esta bien, papá. Te tomaré la palabra.—sonrío y abandono los platos en la mesa. El último saludo desde lejos es para mi madre que me lo regresa antes de retirarme a mi habitación. A manera que toco mi placentera cama me derrumbo sin más. Un tictac desenfrenado me hace levantar, junto al pitido que emana del reloj. Tocan la puerta, con todas mis fuerzas arrastro mis pies a ella antes de que aceleren los golpes. Joder, la casa se romperá con tanto ruido. —Señorita, lamento despertarla.—alineo mis labios hacia Leja una de las ayudantes, para después sonreír instándola a seguir—Ya sus padres se fueron, me dejaron a cargo de despertarla y ayudar con su equipaje. —Gracias, Leja. En...—veo el reloj—bajaré en quince minutos. Al asentir me deja a solas. Desperezo mi cuerpo de mala gana, ya que hoy las horas están en mi contra. En esta vida no hay más que odiar si tienes que levantarte temprano con el tortuoso pensamiento de que llegarás tarde, es por eso que me apresuro en hacer mi rutina, un baño, cepillarme, maquillarme y vestirme. Sofocarme no es lo mío, en cambio tener sueño sí. Teniendo en cuenta que no me falta nada más, bajo. Hoy se saltaron el desayuno y mi agotamiento también. El almuerzo está servido en la mesa con unas cuantas rebanadas de mango decoradas en chocolate a compañía de una frase «Mucha suerte en su viaje», No sé que sería de mi vida sin Leja y Harry, los adoro. Aún sin apetito de la comida me voy primero por el mango, después yendo al punto pasando todo con jugo. —Son pocas las cosas que usted eligió—llega Leja agitada—. Los señores avisaron que esperarán por usted en el aeropuerto. Harry no se podrá despedir, pero ambos le deseamos un bonito viaje. Presiento que llorará así que la abrazo, dándole las gracias por ser tan simpática y entregada en su trabajo. —No me trates de usted, se oye muy formal para una chica joven como tú y como yo.—rezongo a lo que ríe sin alternativas. —Esta bien, Elizabeth. Con la ayuda del conductor subo mi equipaje al auto que no es mucho ya que mamá me ha dicho que tengo ropa suficiente guardada en casa. No sé cómo hizo, un pie adelanto y ella va por el tercero, siempre lo hace. No toma tanto tiempo llegar al aeropuerto. Con prisa me despido del conductor y se encarga de dejar la maleta en taquilla para recibir el ticket. Me encamino al encuentro de una fila sinfín, recorro mi vista entre las personas y los hallo. —Pensamos que te arrepentirías. —Yo pensé que no llegaría.—ruedo los ojos sintiendo la presión en mi pecho. —Sé cuidadosa, Beth. Infórmanos de tí, si llegas a necesitar cualquier cosa comunicanos y volaremos enseguida. El estado actual de la empresa la tienes en tus manos. Por supuesto no olvides que aquí te vamos a esperar.—lo abrazo con fuerza y despido a mamá con la mano. No sé por cuanto tiempo volvere a verlos, de mi depende el que regrese rápido y eso es lo que tengo decidido. —¡El avión 115 con destino a Paris esta por despegar. Por favor vaya a la primera puerta, reunase con sus demás pasajeros, pase con su documento y recurra a su asiento, gracias! La bocina resalta en el pasillo, nuevamente me despido y giro a la esquina llegando al último rumbo; el avión que sin pensarlo a partir de hoy cambiaría mi vida rotundamente. ************************************************** BIENVENIDOS CORAZONES LINDOS, ESPERO LES GUSTE Y LO DISFRUTEN TANTO COMO YO AL ESCRIBIRLO.💗