Monique se secó el cabello mojado con una toalla blanca mientras salía del baño de su habitación. Llevaba puesto un albornoz, con solo ropa interior negra debajo. Se disponía a acercarse al tocador cuando el timbre de la puerta de su condominio llamó su atención.
Frunció ligeramente el ceño y miró el reloj que colgaba en la pared de su habitación. Sabía perfectamente quién sería a esa hora: su prometido, Joshua. Habían quedado en que él la recogería a las ocho de la mañana, ya que ambos asistirían a la boda de su amiga Tameka. La ceremonia estaba programada para las diez en la iglesia, pero necesitaban llegar a las nueve para la sesión de fotos de la comitiva.
En ese momento solo eran las siete de la mañana y Monique acababa de terminar su ducha. Ni siquiera había tenido tiempo de vestirse.
Monique suspiró profundamente. Caminó hacia la puerta de su habitación, preguntándose quién más podría estar visitándola a esa hora además de Joshua. No esperaba a nadie más temprano por la mañana.