Monique se detuvo en seco al escuchar la voz de su esposo, como si estuviera hablando con alguien… pero no regañándolo. No pudo evitar fruncir el ceño. Solo estaban ellos dos dentro de su condominio. ¿A quién podría estar reprendiendo? ¿Acaso hablaba por teléfono?
Movida por la curiosidad, miró a su alrededor para localizarlo y lo encontró en la sala del condominio. Estaba sentado en el sofá, y frente a él estaba Lucky, su perro. En ese momento se dio cuenta de que no hablaba por teléfono, sino que le estaba hablando, y regañando, a su mascota.
—No me gustó tu actitud de hace rato, Lucky. Interrumpiste lo que estábamos haciendo —le dijo su esposo al perro.
Monique no pudo evitar sonreír al escuchar esas palabras. Él se refería al “casi incidente” que había estado a punto de ocurrir entre ellos en el comedor, pero que fue interrumpido por los aullidos de Lucky. Recordaba perfectamente la frustración y el deseo reflejados en el rostro de su esposo cuando su momento íntimo se vio interru