Monique miró su celular cuando sonó y notó que era un número desconocido. Frunció el ceño, dudando en contestar al principio, pensando que tal vez se trataba de una broma, ya que el número no estaba en sus contactos. Sin embargo, decidió atender por si se trataba de una emergencia.
—¿Hola? —respondió.
—Monique —dijo una voz grave y profunda al otro lado de la línea.
—¿Jacob?
—Soy Joshua —la corrigió él.
Sus labios formaron una “o”. —Ah, perdón, cariño. Pensé que era Jacob. Sonaste igual que él, y como era un número desconocido, supuse que era él —se disculpó rápidamente.
—Está bien —la tranquilizó Joshua.
—¿De quién es este número, por cierto? —preguntó ella.
—Es mío. Es mi nuevo número. Guárdalo —respondió.
Ella asintió. —De acuerdo. Bueno, ¿dónde estás ahora? —inquirió.
Monique no había ido a su clínica veterinaria ese día porque tenía planes con Joshua. De hecho, llevaba tres días sin trabajar por asuntos personales. Tal como él le había prometido antes de irse a una conferencia de