Mordió su labio inferior mientras él mordisqueaba y lamía suavemente la zona sensible justo debajo de su lóbulo. Un estremecimiento delicioso recorrió todo su cuerpo.
También podía sentir su mano deslizarse lentamente por su cuerpo hasta llegar a su destino.
La tocó íntimamente; ella podía sentir el calor de su mano contra su feminidad. Era como si su propio ser tuviera un latido propio.
Abrió los ojos, y aunque no miró su reflejo en el espejo, sabía que la frustración se le leía en el rostro por la sensación de estar dejada en suspenso.
—¿Babe? —dijo cuando sus miradas se cruzaron.
Él le devolvió una mirada cómplice cuando sus ojos se encontraron. —Quiero que eyacules en mi boca, no en mi dedo —dijo con voz ronca, cargada de deseo, mientras se arrodillaba frente a ella.
Monique juntó los labios y bajó la mirada, preguntándose qué haría a continuación. Él entonces separó suavemente uno de sus muslos y, en lugar de bajarle las bragas, las deslizó hacia un lado, dejando al descubierto l