El sábado amanece con esa luz suave que entra por las cortinas de la habitación de Alice. Ella duerme abrazada a mi pecho, respirando profundo, como si por fin su mundo hubiese encontrado un lugar donde descansar. Y quizá —solo quizá— yo también.
La observo unos minutos. Su cabello revuelto, su rostro relajado, ese leve sonrojo propio del embarazo. No quiero moverme, no quiero romper este instante. Siento todavía el eco de la noche anterior, de la forma en que me buscó como si el mundo fuese a acabarse. Una mezcla de necesidad, ternura y algo que me dejó completamente marcado.
Estoy enamorado de ella. De verdad. Irremediablemente. Y ahora también del pequeño latido que escuché ayer con mis propios oídos. Lo ame desde el primer instante que lo supe..
Ella se remueve y abre los ojos, adormilada.
—¿Me estás viendo dormir? —murmura, ronca.
—Soy tu fan —respondo.
Se ríe con sueño y me abraza otra vez. Ese gesto me derrite más que cualquier beso.
Alice: Despertar con Ethan al lado… es una s