Alexis:
Cuando aterrizamos ya es de noche.
Guío a Amy, que está adormilada, fuera del avión y nos metemos en el coche para irnos a casa.
A casa.
Es raro pensar en este sitio otra vez como mi casa. Era mi casa cuando
era un niño y la odiaba. Lo odiaba todo, desde el calor húmedo hasta el olor acre
de la vegetación. Sin embargo, ahora que he crecido, me siento atraído
por lugares como este, sitios aislados que me permiten ser quien soy, sin esconderme .Tuvo que venir Amy para darme cuenta de que no odiaba la finca, de que este
lugar es perfecto para que vivamos.
Ella se acurruca cerca de mí en el asiento trasero del coche,interrumpiendo mis
cavilaciones, y bosteza con delicadeza sobre mi hombro. El sonido recuerda tanto a
un gato que me río y le paso el brazo derecho alrededor de la cintura para atraerla
más hacia mí.
—¿Tienes sueño?
—Mmm-mmm. —Frota la cara contra mi cuello—. Hueles bien —murmura.
Y solo con eso, se me pone dura como reacción a sentir sus labios rozarme la
pi