#20:

Viktoria:

Ni bien salí de la cabaña perdí el conocimiento.

Al principio creí que se debió a que todo lo sucedido me había echo caer desmayada, pero al despertar me encontré en mi habitación de la mansión, acostada en mi cama, como si nada.

Arrugué el entrecejo.

Me puse en pie y comencé a vestirme con rapidez, dispuesta a salir corriendo de allí y a buscar a Stefan pero...

—Buen día Nanni— chillaron las niñas, entrando a mi habitación como un bólido imparable.

—No puedo atenderlas ahora, lo siento, yo...

—¿Cómo que no?— me interroga Adaya.

—No te hagas de rogar— Araya me mira petulantemente — arriesgamos mucho para traerte de vuelta, ¿lo sabes?

—¿Eh?

—Pues sí. Amenazamos a papá con prenderle fuego a la casa si no te traía de vuelta — confiesa Anaya.

Y como si me hubiese ido durante anos u no por solo dos semanas, se aferran a mí, las tres al unísono, llorando de felicidad y diciendo:

—¡Te echamos de menos Nanni!

Y yo correspondo a su abrazo grupal, porque yo también las eché de menos.
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