—¡Mamá! —la reprendió él, avergonzado.
Suspiré, sintiendo el peso de sus palabras. Mi corazón quería responder, pero mi cabeza sabía que la historia no era tan sencilla.
—Doña Fátima, le agradezco mucho sus palabras y el cariño de los dos. Pero, para ser sincera, acabo de pasar por una decepción amorosa y ahora mismo estoy intentando centrarme en mí. No quiero involucrarme emocionalmente con nadie por el momento.
Guilherme bajó la mirada, parecía algo desanimado, pero pude ver comprensión en sus ojos. Doña Fátima asintió con ternura, colocando una mano reconfortante sobre la mía.
—Lo entiendo, mi niña —dijo