El lunes fui a trabajar. A la hora de comer, me encontré con Rafael y Catherine en el restaurante de siempre. Pedimos la comida y, mientras llegaba, Rafael decidió ponernos al día sobre su vida amorosa —como siempre, un auténtico reality show.
— Tíos, os juro que le gusto, pero después de aquel día desapareció —dijo, tirando la servilleta a la mesa, indignado.
— ¿Por qué? ¿Qué pasó? —preguntó Catherine con esa mirada curiosa de quien disfruta un buen drama ajeno.
— Que se fue de viaje, ¿sabes? Va a recorrer dos comunidades antes de volver. Sé que soy un poco pesado, pero creo que me pasé. Me va a ver como un necesitado.
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