Mundo ficciónIniciar sesiónCuando llegamos a la fiesta, solté un suspiro nada más ver los coches de lujo aparcados frente al local del evento. Se me encogió un poco el pecho, entre admiración y nervios.
Diogo bajó del coche y, con ese estilo elegante que solo él tiene, rodeó el vehículo y me abrió la puerta. Extendió la mano y yo la tomé, saliendo con cuidado.
Miré a mi alrededor y vi que algunas personas también llegaban. Respiré más tranquila al notar que no era una fiesta formal: nada de vestidos exagerados ni trajes estirados. Eso me relajó un poco.
—Vamos —dijo él, pasándome el brazo por la cintura.
—Vale —asentí, sintiendo mi cuerpo apoyarse en e







