Gabriel dormía acurrucadito a mi lado, con una de las manos agarrando el borde de mi blusa, como si temiera que desapareciera otra vez. Había pasado toda la tarde pegado a mí, abrazándome, contándome todo de la escuela, mostrándome los dibujos... y ahora dormía sereno, con las pestañas largas descansando sobre las mejillas redondas.
Mi pecho se llenaba solo de mirarlo.
En la sala, todavía escuchaba la voz baja de mi padre conversando con Catherine. Ella había insistido en pasar la noche aquí para ayudar, y no tuve fuerzas para rechazarla. En el fondo, me consolaba saber que tenía gente cerca. Después de lo que pasó, mi cuerpo podía estar recuperándose... pero mi corazón todavía estaba medio asustado.
Entonces sonó el timbre.
Sentí un escalofrío extraño recorrer mi columna. Enzo. Él había preguntado más temprano mi dirección y dicho que quería verme. Mi corazón se aceleró. Me acomodé en la cama, tratando de verme mínimamente presentable con ese pijama gastado y el cabello recogido d