Catherine me miró con una mirada que mezclaba alivio y preocupación.
—El bebé es fuerte, igual que tú —dijo, con una sonrisa suave, pero seria—. Aun con el desprendimiento de placenta, está bien y fuerte. Va a estar todo bien, pero necesitas quedarte un tiempo en reposo.
Dejé escapar un suspiro de alivio, pero no pude impedir la mirada triste que se formó en mi rostro. Ese pequeño ser dentro de mí era lo único que me daba fuerzas ahora.
Catherine notó mi expresión e inclinó la cabeza, curiosa.
—¿Qué pasó?
No quería decir, pero la necesidad de desahogarme era más fuerte que yo. Respiré profundo, dejando que las palabras escaparan con un nudo en la garganta.
—Alessandro se enteró del embarazo —susurré. El peso de esas palabras parecía insoportable—. Pero él... Dice que el hijo no es suyo, que lo traicioné. Está diciendo que es de Guilherme.
Catherine abrió los ojos completamente, su expresión de shock instantánea.
—¿Cómo se enteró?
La confusión todavía estaba en mi mente, pero h