A la hora del almuerzo, decidí ir al centro comercial en busca de un vestido que cupiera en mi presupuesto y fuera al nivel del evento del sábado. Catherine estaba conmigo, ayudando en esta búsqueda difícil.
Después de casi una hora entrando y saliendo de las tiendas, Catherine vino hasta mí con una sonrisa gigante en el rostro. Me entregó un vestido y sin dejarme verlo, me mandó a probármelo.
Hice lo que pidió, ya que me sentía cansada. Fui al probador y me cambié, mirándome en el espejo tan pronto como el vestido cayó perfectamente en mi cuerpo. Una sonrisa brotó en mis labios y salí de la cabina, viendo la expresión de mi amiga.
—¡Estás hermosa! —dijo emocionada, haciéndome reír.
—También lo creo. ¿Es este, entonces?
—¡Con seguridad! Vamos a comprar tus sandalias y la máscara.
Al ver el precio del vestido, preferí alquilarlo en vez de comprarlo. De ninguna manera tendría dinero para comprar todas estas cosas.
Después de comprar las sandalias y la máscara, comimos en el restau