Ava Hills.
Mi padre me llamó para hablar sobre los movimientos estratégicos de nuestra empresa.
Sin embargo, lo que escuché esa tarde me dejó completamente paralizada.
—Liam ganó la licitación —dijo mi padre, sus palabras enunciadas con una mezcla de sorpresa y rabia contenida.
Mi corazón dio un vuelco. ¿Liam? Era odioso escuchar su nombre en un contexto ganador.
—Déjalo disfrutar su triunfo efímero, padre. Eso fue pura suerte —respondí, dejando que el cinismo se colara en mis palabras.
La conversación entre nosotros se tensó. Mi padre, hombre de poder y ambición, siempre esperaba más.
Papá era muy analítico y buscaba razones detrás de cada triunfo y derrota.
No pasaron más de unos segundos para que me comunicara algo que ya intuía sería problemático.
—Hija, hay más . Ahora resulta que Charles Davis es su socio y asesor de negocios —Sus palabras eran resentidas.
Esto sacudió mi mundo. Sentí que el aire se escapaba de mis pulmones.
—¿Liam se volvió loco? ¡Ese traidor no es de fiar! —ex