71. En mi trono
71
Malaki
Horas antes
Estaba sentado en mi trono, tallado en huesos y cuero, cuando arrastraron a Naevira ante mí. Mi oráculo. Mi prisionera. La bruja que había criado desde que sus padres —ilusos y débiles— me la entregaron creyendo que la cuidaría como a una hija.
—Estúpidos, —murmuré mientras movía el pie con impaciencia—. Creyeron en mis promesas…
Naevira me miró desde el suelo, encadenada, con los ojos endurecidos por la furia contenida. Esa mirada insolente que tanto me recordaba a su madre.
—Bruja, —dije, mi voz se deslizaba como aceite hirviendo—. Dime… ¿es ella?
—¿Quién? —musitó, fingiendo ignorancia.
—La que regresó. La loba. ¿Es ella la que he estado esperando?
Una chispa cruzó por sus ojos. Se quedó en silencio por un segundo, hasta que suspiró.
—No sabes lo que haces. No querrás meterte con esa loba… no ahora que él está a su lado.
Fruncí el ceño.
—¿Él? —espeté—. ¿Te refieres a Magnus?
—Sí. Es el mejor alfa de la región. Uno de los favoritos del Concilio de la Sangre Anti