115. El precio de la protección
Sarah, quien no había planeado que las cosas sucedieran así, dejó escapar un chillido de sorpresa y horror mientras Nathaniel retrocedía prudentemente hacia la puerta, alejándose del caos que se estaba desencadenando.
Lady Eleanor, que hasta ese momento había observado la escena con incredulidad, sintió que toda una vida de control y planes cuidadosos se desmoronaba ante sus ojos. Su esposo y su hijo se desgarraban mutuamente en forma de lobos, mientras la mujer que había sido la causa de todo, aquella Druida rubia que había engatusado a Malcolm desde que la llevaron a su casa, permanecía de pie, protegiendo a sus pequeños bastardos fingiendo ser inocente.
Al comprender eso, una furia ciega, primaria, se apoderó de la mujer loba que ya pisaba los 50 años.
—¡Maldita golfa, esto es culpa tuya! —rugió la madre de Malcolm, perdiendo completamente la compostura.
Con una agilidad sorprendente para su edad, Lady Eleanor se lanzó hacia Josephine. Sus manos se transformaron en garras afiladas y