Hoa, holaaa. Espero que esten bien. Por aquí el capítulo 16, espero que les guste. Saben que pueden comentar, dar su me gusta, calificar y compartir esta historia con sus seres queridos. Saben que los amo y recuerde que; Cuando algo es lo suficientemente importante, lo haces incluso si las probabilidades de que salga bien no te acompañan - Elon Musk. Nos leemos mañana, chao.
—¿Por qué no le has dicho nada a tu alfa? — me cuestiona el padre de Max. Miro a Anastasia que ni me mira, talvez este pensando en una forma de joderme la vida si salgo viva de aquí. Trago pensando que decir, puedo decir que es porque no ella me ha considerado m*****a por Luna desde que nací o como que no la considero ni la consideraré como mi alfa. Suspiro, bueno, creo que me toca decir lo que de verdad siento. —Porque no es mi alfa. — contesto encogiéndome de hombros, una contestación directa y sencilla. —Ya que sabemos que ustedes eliminaron a 22 híbridos, nos gustaría saber cómo se unieron. — cuestiona la alfa central dejando a un lado lo que he dicho a lo que los tres tragamos a la misma vez. —¿Cómo un chupa sangre, un licántropo y una niña que no sabe transformarse se lograron encontrar? — pregunta mi tía tomando por sus manos la dirección de este juicio. —Yo... solo... la conocí en la escuela en que estudiamos y a través del tiempo no seguimos conociendo. — Jafe
Escucho como los alfas dejan por terminado el juicio y se retiran. No puedo creerlo... muerdo mis labios enojada y camino a zancadas hacia la salida. Salgo de la sala dando un gran portazo. —¡Maldición! — grito al sentir un dolor inmenso en mis manos y brazos, exceder de la energía no es nada bueno. El mitad vampiro se acerca a mi preocupado haciendo que alce mi mano rápido para que se detenga. —Estoy bien. — le aclaro algo enojada, aunque no sea con él. La puerta que es hacia la sala de alfas se abre haciendo que vea al alfa del sur con sus ojos amarillos y su piel quemada. Siro, alfa que conoce por completo el desierto de Sahara, me observa con millones de sentimientos. Gruño desesperada y camino de un lado hacia otro nerviosa. —No tienes que estar nerviosa. He escuchado que es un gran alfa, no es como tu tía... — sonrío divertida, pero un carraspeo interrumpe a Jafet. —Jafet, ya creo que no es necesario tenerte aquí. — notifica Anastasia logrando que demos un
—Los dejos solos — comento alejándome lo más rápido posible de ellos. —Mierda, de verdad metí la pata. — paso mis manos por mi rostro. Al llegar donde se encuentra Jafet me recibe con una sonrisa la cual le contesto automáticamente. Miro por última vez hacia donde se encuentra Killa y Max para luego encontrarme que el licántropo se acerca a nosotros. Me giro rápido y miro asustada a Jafet. —No te preocupes él está bien, lo que tiene que preocuparte es tu prima. — Jafet hace que recuerde que metí la pata. Lo miro seria. —Ay, lo siento. — sonríe de oreja a oreja disculpándose. —Bueno es hora de que nos digas de verdad como sucedió todo lo que vimos. — manda Max cuando llega a nuestro lado. —Aquí no. — le respondo moviendo mis manos sobre mis brazos por la brisa fría. —Entonces ¿Dónde? — cuestiona el licántropo levantando sus manos mirando el lugar. Camino sin rumbo sin responderle. No puedo hablar de eso, ni yo misma se lo que paso. Toco en mi bolsillo
—Arco... — susurro su nombre para que el viento se lo lleve. Siento como nos detenemos haciendo que me acomode mejor en el asiento. Quiero dormir más, eso es lo único que pido. Últimamente no me dormido para nada bien y cuando logro tener un sueño tranquilo me tengo que levantar. —Iris despierta, ya llegamos. — me avisa la voz de Jafet junto un movimiento leve en mi hombro. Me levanto alarmada —Tranquila, solo te dormiste. Rayos, olvide que estaba junto a los chicos. Miro en donde nos encontramos, si, este lugar lo conozco es cerca de la escuela de los lobos. Parece que donde se encontraba la sala de la alianza está bastante lejos de este lugar ya que el cielo esta decorado por las estrellas. —¿Quién es Arco? — cuestiona Max de la nada logrando que me despierte por completo y de un pequeño salto al escuchar ese nombre. —No lo sé... — le contesto sin mirarlo a los ojos, algo incomoda tras la mirada de los tres machos presente ante mí. —¡¿Qué?! — pregunto ya
Tras pasar esos minutos con mis compañeros estos decidieron dar una carrera, entre vampiro y licántropo. La que tiene que conducir soy yo, la chica que tiene hasta el alma cansada. ¡Es totalmente injusto! Estaciono el auto al frente de mi hogar. —No puede ser. — expreso sin poder creer lo que veo. Jafet está sentado en las escaleras de mi casa con dos helados en la mano. ¿Cómo rayos? Mi estómago ruge al notar la presencia del helado. Por lo menos me trajo algo a cambio por traer su propio auto. —Espero que eso sea para mí. — le advierto enseñando sus llaves. —Si te sientas y te portas bien, sí. — contesta está enseñando el helado de chocolate. Hacemos un trueque, las llaves por el helado. Me siento a su lado y miramos las estrellas. Noto el silencio que emana la casa en la que los híbridos mataron a la familia, pero estoy segura que pronto vendrá una familia nueva. Las naciones no tiene crecimiento de tierras, así que entre más se reproduce la gente
—¡No corras querida! Solo te haré sopa. — exclama la bruja que tenemos que atrapar mientras me sigue en su escoba. Diana, bruja clase 3, se volvió loca cuando la alfa central mató a su esposo que fue convertido en híbrido. Convirtiéndose así en una psicópata matando vampiros y licántropos. Vampiros porque fueron los que envenenaron a su esposo y licántropos porque lo asesinaron. Hemos tenido que limpiar las desastrosas consecuencias del ataque de los híbridos, atrapando a seres como Diana. Corro mientras la bruja hace que los árboles con sus raíces me persigan y traten de atraparme. Es como una película de terror… paso por cuerpos de licántropos que ya ella les había arrancado la cabeza, patas y todo lo que se pueden imaginar. Me resbalo por el bache gracias a la lluvia de la tarde haciendo que ruede bajando por la montaña. Siento como algo se espeta en mi pantorrilla mientras sigo rodando por la montaña hasta agarrar algo. Me quedo quieta esperando a que haya perdido a la
Observo los ojos muertos de mi bisabuela, toco con delicadeza su hocico y orejas. Ya ni mamá y ni Mía estarán conmigo... gotas de lágrimas bajan por mi rostro. Cada una que sale de mis ojos es para odiar el mundo que ella me enseñó. ¿En verdad vale la pena en forzarse tanto en la vida para esto? La luz de la Luna se debilita mientras el sol sale por el horizonte. Escucho como unas pisadas se acercan en donde me encuentro. No quiero mirar, soy demasiado cobarde. —Así que aquí estas... — dice por medio de la comunicación mental el ser dándome entender que es un licántropo. —Haz hecho que haga esto, solo tenías que dejar de esconderte donde estabas. —No... — contesto en un susurro negando varias veces. —Yo solo seguí lo que me dijo la alfa. —Pues haz hecho que la alfa muera y que yo tome su posición. — comenta con autoridad. Abro mis ojos encontrándome con el techo de mi cuarto sin ninguna emoción, he tenido tantas pesadillas que ya no me producen nada. Por e
—Iris. — miro los ojos verdes claros de mi padre. —¿Te sientes mal? — cuestiona el hombre algo canoso. Me sorprende su pregunta, pero bueno es mi padre y me conoce. Desde siempre ha sabido que hay algo mal en mi, pero me deja mi espacio y se lo agradezco mucho. Tomo aire, le sonrió y niego. —Es que me hace falta mami. — le contesto algo abochornada, casi nunca digo estas cosas. Mi padre me mira no muy convencido, pero me sonríe logrando que me sienta tranquila. —Yo también la extraño con toda mi alma. — expresa tocando su pecho. Hasta yo siento como mi madre es tu otra mitad. ¿Cómo se sentirá tener tu otra mitad? Mi corazón late con fuerza como la noche en que Jafet me beso. Pero esta vez siento un vacío horrible en el mío. Toco mi pecho y todos me miran preocupados. Me giro actuando normal y lavo el sartén, me pongo a hacerle el desayuno a mi padre. Sirvo el café para todos, incluyéndome, y me siento tomando un descanso. Poco a poco mis dos hermanos se van y me