—Estás perdiendo la cabeza. Ten cuidado —me escupe antes de levantarse y salir, dejando la puerta abierta a mi caos interno.
Sí, estoy perdiendo la m*****a cabeza. Estoy a un paso de destrozar mi despacho solo por no poder saber dónde está ni con quién. No debí dejarla salir, pero tampoco podía arr