Capítulo 8. Codicia.
Johan masajeó su cuello, mientras sentía aún que el pulso no se controlaba.
Jamás había codiciado algo, jamás pensó en tener pensamientos sobre lo que otros poseían, pero su cuerpo aún contaba con la temperatura suficiente para que esa muestra se convirtiera en algo más.
El sudor se había secado hacía rato, pero la conciencia tardaba en regresar del todo.
Se acomodó la camisa, apenas arrugada que acomodó en su pantalón cuando subió el cierre, y caminó hacia el lavabo sin mirar atrás.
Abrió el grifo, mojó sus manos y se las llevó al rostro, como si eso pudiera borrar lo que ahora le carcomía la mente. La imagen fugaz de unos ojos que no debieron haberlo visto así y un cuerpo que no debía ver con...
No de esa forma.
Encendió su móvil, descubriendo que tenía cinco llamadas perdidas. Una de ellas era de Avery, otra Lang y el resto de sus representantes en las compañías donde sus inversiones se movían.
En eso necesitaba pensar, no en mujeres…ajenas.
Observó el tubo rotulado que descan