Capítulo 66. Aurora boreal.
—Es de noche, ahora no veremos por donde regresar— se quejó al ver hacia su espalda.
—¿Regresar?— increpó el candidato y ella lo vio como si estuviera loco.
—No pienso dormir a la intemperie. No estoy tan mal de la cabeza, y tú tampoco deberías— casi fue una forma de recriminar que no se estaba cuidando como debería. Pero él le dio poca importancia y solo la besó.
Ya había sido muchos por ese día, más de los que se habían dado en cualquier otro encuentro, pero quería uno más. Y otro al hacerla caminar más al fondo. Uno más cuando llegaron al borde y pudieron ver la oscuridad cubrir todo.
Debía detenerse. Se determinó a que lo haría, observando el espectáculo natural que se formaba en el cielo que se rasgó en hilos verdes que se mecían como velos en el viento. Luego, destellos púrpuras y azules se mezclaron, descendiendo en cortinas que parecían acariciar la tierra. Que tonto sonaba, pero así se sentía.
Salomé alzó la vista, pero fue su pecho el que se encendió, como si cada explo