Capítulo 16. Artillería femenina.
Salomé abordó la camioneta usando ropa cómoda, pero que no se viera tan desastrosa como su pijama. Mientras Julian apenas pudo apartar los ojos de ella.
—Estás embobado y aún no uso toda mi artillería femenina— su prometida se puso el cinturón sobre el pantalón, mientras cerraba la ventanilla.
—¿A donde van?— preguntó Zadye. —Creí que me estarías esperando para lo que mencioné.
—Eso fue hace días, Zadye— contestó Salomé. —Mi tiempo está cubierto y si te digo una hora, llegas o lo pierdes.
—No puedo creer que me pongas en el mismo nivel que el resto. Soy tu prima.
—¿Te pido tiempo y tardo tres días en llegar?— cuestionó la chica de moño bajo. —El parentesco no detiene el tiempo, ni cambia obligaciones.
—Lo siento, Zadye. Pero en esta ocasión, mi hermosa prometida tiene razón.
Zadye rodó la mirada al ver ese papel ridículo de dos novios enamorados, cuando todos en la familia sabían que era una mentira.
Si no recibía ayuda de ella, tenía que ir por su propia mano, pero ahora que y