Volvió con Salomé, quien lo percibió más tensó y por ello se hizo cargo de dar la imagen que buscaba privacidad con su prometido. Éste guardó silencio viendo a Aranzu moverse detrás del hombre con la bandeja avanzó hacia los pasillos laterales del teatro, moviéndose sin prisa. La Demon se deslizó entre los asistentes sin llamar la atención, deteniéndose justo antes de que la puerta del servicio se cerrara tras él.

La rubia ajustó la radio en el auricular.

—Lo tengo a la vista —susurró apenas.

—No te precipites —ordenó Johan, sin alterar el gesto. Sonreía para las fotografías, mientras su voz baja se filtraba entre los flashes—. Si lo pierdes de vista, no lo sigas sola.

Salomé giró la cabeza despacio, como si sólo buscara a alguien entre los presentes. Su sonrisa no cambió.

—¿Algún problema?— murmuró, manteniendo la mirada sobre el fotógrafo.

—Espero que no—, contestó el candidato aclarando su garganta.

No obstante, el sujeto era un experto en evasión, por lo que notó el seguimiento.