Capítulo 119. Filtración.
—Dios, te extrañé —confesó Salomé con una sonrisa cansada.
—Claro que me extrañaste —dijo Guille con un guiño, acercándose más mientras la seguía —. Nadie te entiende mejor que yo, cariño. Y créeme, cuando terminemos, no habrá cámara, político ni titular que no se incline ante ti.
El diseñador caminó con pasos ágiles hasta la puerta del dormitorio. Aunque apenas giró, se encontró a Eleazar abandonando su alcoba, su gesto cambió por completo. La sonrisa traviesa regresó a su rostro.
—Y bueno… ¿este pedazo de arquitectura humana quién es? —preguntó, dándole una mirada tan descarada que hasta Théa, que iba llegando, rodó los ojos.
Eleazar lo miró con una expresión neutra, seca, como si lo midiera. Shade y Striker no quisieron opinar, porque no dejaba de lanzar comentarios de ese tipo hacia ellos tampoco.
—Si los pecados tuvieran cuerpo, serían exactamente así.
—Por favor —intervino Théa con una risa incrédula—. No lo animes, Guille, que bastante insoportable es ya.
—Deberías verte en un