Leandro.
Debo admitir que he pasado una de las peores noches de mi vida, y jamás pensé que sería por no poder tocar a Liah, en toda la noche. Solo me dijo: “que pases buena noche” y se fue a trabajar a ese rincón de la terraza que le gusta tanto.
Mujeres, ¿cómo un estúpido comentario la hizo enojarse tanto? Solo dije que la otra víbora se iba a poner triste, y ya; eso fue la bomba para arruinarme la noche, pero espero que este rico desayuno la contente, aunque sea un poco.
—Hule muy bien. —Le escucho decir al entrar en la cocina.
—Eso es bueno. Un rico desayuno para la reina de esta casa.
Se quedó en silencio observando mis detalles, incluyendo otro ramo de rosas.
—Vas a llenar la casa de más rosas. No nos cabe un ramo más.
—Te prometí que cuando creciéramos, todos los días ibas a recibir flores, no pienso discutir eso.
—Ni yo quiero que cambie; me gustan mucho, pero podrías reducirlas un poquito.
—No, me gusta ver tu rostro al verlas. — Se sienta recogiendo su cabello, luciendo reluc