Liah
—Hola, ¿te acuerdas de mí?
—La niña del parque que me hizo ver las nubes frente a mis amigos.
—En realidad, te dio miedo que tus amigos supieran que era mejor jugando que ustedes.
—Eres una presumida.
—Y tú eres un gruñón.
—Solo cuando me tropiezo con niñas insoportables como tú.
—No soy insoportable y tú vas a ser mi amigo.
—Soy grande y tú eres rara, ¿qué haces ahí, trepada? Bájate de mí árbol.
—¿Dónde está tu nombre aquí? Que yo sepa, esta es mi hacienda, el árbol está en mi casa, entonces es mío.
—Está en mi casa.
—No me voy a bajar, así que no me molestes.
—*—
Leandro… Mi cabeza, ¿dónde estoy?
—Liah, ¿escuchas? Estás en el hospital.
—*—
—Tía. Es el viñedo de Leandro, no podemos estar aquí sin él.
—Aquí hay muchos químicos, te puedes lastimar.
—Mi rosa —el señor Koller.
—Hola, vine acompañada —me sonríe al verme.
—La pequeña rosa —me carga —. Mi hijo tiene un buen gusto como su padre.
—Ten cuidado con lo que dices, es muy inteligente.
—Eso lo sé, si ya enamoro a mi hijo.
— El