Me despierto sintiendo un dolor punzante en la cabeza y en la cara. Al tocarme la cabeza, siento algo y rápidamente me paro, pero al hacerlo, me da un mareo que hace que me vuelva a sentar.
- Oye, quieta - Paolo aparece con una jarra con agua y unas pastillas.
- ¿Qué me pasó? - intento recordar, pero lo único que recuerdo es la fiesta en la casa francesa.
- ¿No te acuerdas de nada?
- Solo recuerdo que iba a la fiesta en la casa francesa - tomo una fuerte inhalación.
- Ayer me fui a los golpes con el imbécil de Samuel, y él, sin querer, te golpeó, haciéndote dar un fuerte golpe en la cabeza y más en la cara - al escuchar eso, me levanto como una flecha sin importar el dolor, corro al baño y cuando prendo la luz, mis ojos se abren como plato.
- ¡¿Qué m****a es esto?!!! - toco mi rostro, pero de inmediato siento dolor.
- No te toques, toma estas pastillas, te ayudarán con el dolor, y úntate esa pomada.
- ¡Son unos imbéciles!
- ¿Soy un imbécil por cuidar lo que es mío?!!
- ¡Yo no